Érase una vez, una princesa cansada de besar sapos...

Querid@s Estrellad@s:
A muchos les sonará la película mexicana de Jorge Colón con el mismo nombre, protagonizada por Ana Serradilla. Pero en esta ocasión, mis reflexiones no van hacia la venganza a los hombres con la misma moneda (ser hombreriega). Van hacia la forma de comportarnos de acuerdo a los cánones puestos por los cuentos de hadas.

Muchos saben el cuento de los Hermanos Grimm, de una princesa encantada que buscaba a su príncipe azul, convertido en un sapo a causa de un hechizo y para romperlo, necesitaba un beso de amor.  Pues bien, aquí la princesa salta al estanque de sapitos y besa al suyo. Posteriormente, éste se convierte en un príncipe y ambos se van en busca de la felicidad.

Ahora bien, de acuerdo a las críticas de los sociólogos, el chileno Ariel Dorfman y el belga Armand Matterlart con su obra "Para leer el Pato Donald", comentan que las adaptaciones de The Walt Disney Company hacen que tengamos una idea ó noción de cómo deben ser las princesas; siempre delicadas y rescatadas (como Blancanieves y Cenicienta). Si, en dado caso, la mujer tiene una profesión, es la mala (en este caso, es la bruja y la madrastra). No obstante, ha habido nuevas adaptaciones de las princesas, más modernas e independientes (¡Claro! Disney se tiene que adaptar a su tiempo, de lo contrario pierde seguidores y millones) como Mulán y Bella. Eso sí, no dejan de ser hermosas aunque estén fregando un piso o dando de comer a los caballos.

Gracias a los productores de Disney, aquí entra la nueva versión del cuento "La Princesa y el Sapo", todo al ritmo del jazz en la emblemática Nueva Orleans (obviamente sin Katrina). Aunque la adaptación fue para caer bien a una gran parte de la población afroamericana de Estados Unidos, no deja de tener ese deseo de encontrar a la persona amada, que será ni más ni menos el príncipe azul.

Después de este breviario cultural, ¿qué tienen que ver los cuentos de hadas adaptados por Disney en mi blog? Pues bien, lo que sucede es que Estrella Estrellada tiene su propio cuento de hadas (sí, adaptado a su realidad). el cuál va así:

Érase una vez, una Princesa Estrellada que se creyó la historia de encontrar a su príncipe y se metió en el estanque apestoso lleno de sapos, en su mayoría, uno más feo que el otro.

Se puso a besar sapos, uno a uno, con la esperanza de encontrar a su príncipe soñado. ¿Cuál fue el resultado? Algunos no eran nada de lo esperado; otros en vez de ser sapos, eran renacuajos y los demás seguían siendo unos asquerosos sapos.

La búsqueda siguió y siguió, en otros charcos y nada. Cada vez, la Princesa Estrellada se desesperaba más y más, porque veía cómo otras princesas encontraban a sus príncipes, menos ella. Por lo que decidió extender su búsqueda a tierras lejanas, pero el resultado era el mismo, no había ningún príncipe para ella.

Con el agua encharcada a la altura de las rodillas, el hedor a todo lo que daba y para colmo, los sapos se marchaban, la Princesa Estrellada se sentía humillada, frustrada y triste. Así como estar completamente desolada en territorios desconocidos para ella.

Un día, mientras seguía varada en el estanque, la Princesa Estrellada vio a su alrededor y se dio cuenta que había lugares interesantes que conocer, castillos que conquistar, brujas que derrotar y caballeros con quien cabalgar. Por lo tanto, ella reflexionó y dijo: "¿Qué demonios estoy haciendo aquí perdiendo mi tiempo? Mejor voy a explorar nuevos horizontes."

Entonces, la Princesa Estrellada salió del pantanoso estanque; se quitó el vestido largo de seda; se aseó muy bien y se puso algo cómodo y casual (sin perder la feminidad) y así, decidió partir en busca de nuevas aventuras.

Una vez agarradas las riendas de su vida, La Princesa Estrellada no solamente se dio cuenta del tiempo perdido en la búsqueda de un inútil príncipe, sino que había caballeros que valían mucho más la pena por su inteligencia y elegancia, sin olvidar que la harían sentirse como una verdadera mujer.

¿Moraleja de esta historia? Además de saber que La Princesa Estrellada puede valerse por sí misma y ser autosuficiente; ha cambiado sus ideales para el amor; en vez de buscar príncipes, mejor buscar caballeros.

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